La humedad impregnaba todos los rincones. La tierra no era lo único
que estaba empapado: las hojas de los árboles, la maleza, los hongos,
los innumerables microbios que habitaban el subsuelo, los insectos que
se arrastraban por la superficie, los bichos alados que volaban en el
cielo, los pájaros que descansaban en las ramas y los animales más
grandes del interior del bosque llenaban el ambiente de vida y de
rebosante humedad.
Hiromi Kawakami