Bronce en las hojas y
el tronco erguido.
Paso sereno al atardecer. 
Tu mano inmensa se eleva majestuosa
en sincero saludo.
Te esperan los tuyos. 
Sé que estás ahí, sé que te tengo y
sigo cómodo camino adelante. 
Otro día platicaremos.
Estás ahí y
tu presencia me llena el horizonte,
ancho como el mapa de tu espalda. 
Árbol fornido donde el viento grabó
recuerdos de su esbeltez. 
Hasta luego, mi querido amigo ! 
*(De "ESCRITOS PARA VIVIR",
Luis Tamargo).-
 
 

 
 



