El río sigue su brutal correr, mas al pasar frente al poeta,
amansa su delirio, y las aguas, acariciando las raíces, han labrado el remanso.
Ricardo Güiraldes
Presidiendo el jardín, ahora casi vacío al llegar la noche
brillo repentino de la revelación, de un chorro de agua
que sube y que cae convirtiéndose en gotas del pasado.
La claridad, casi se podría decir que la transparencia de este agua
es el principio eterno de la vida.
Un chorro de agua que se levantó con un repentino estallido de gracia en el jardín,
donde el olor de las primeras flores de primavera seguía flotando en el aire
El tiempo de un instante. Fuente de vida.